El paisano y su historia representada en el monumento homenaje al Centauro llanero de la artista Patricia Valdivieso en la plazuela de Los Centauros de Villavicencio (Centro Histórico), lugar que antes de los ochentas fue un concurrido centro de negocios agropecuarios pero principalmente de ganado, de la misma manera también fue un centro cultural de baquianos, comerciantes y acalorados nuevos villavicenses.
Los Centauros, por acá son la metáfora de indios y mestizos a caballo, que harapientos y apenas con lanzas o machetes lucharon por la libertad de la patria.
Puedo imaginarlos como centauros de greda y polvo, asidos a sus bestias nada más que por cinética y arrojo. Ímpetu de guerrero y nobleza de animal en un solo movimiento y sin embargo seres salvajes y temibles que se tragaron la llanura y la cordillera en busca de una batalla que más tarde los convertiría en héroes de una patria que rápidamente los olvidó. Pero que como partieron cantando victoria, aun se les puede oír en algunas gargantas recias que rebotan su alaridos y cantos cabresteros contra el suelo duro, y este les replica el golpe seco a ritmo de alpargata, estimulando el escobilleo cadencioso y el coqueto de las amazonas de las tierras llanas, incitando a la insolencia del contrapunteo pero también a la tonada. Es así como se prende el joropo, como se engalana la copla y la danza. Alboroto que en días oportunos abre paso al parrando llanero que es una manera festiva y cultural de recordar a nuestros legendarios.